Shhhh, no la despiertes compañera. Déjala que siga viajando entre los sueños que ahora la arropan.
Baja un poco la intensidad de tu sonrisa, que hoy estas tan cerca de su ventana que incluso cerrados sus ojos brillan de la misma forma que lo hacen cuando te miran. Y no te acerques tanto que puede despertar en cualquier momento y descubrirnos a los dos aquí; tu alumbrándola con esa ternura y yo acariciandola con la mirada mientras me acoges en tu regazo.
Desde aquí casi puedo oler su pelo, y se me hace casi imposible resistirme a lanzarme a su cama y peinarlo suavemente con los dedos, sin despertarla.
Cuidado! Está abriendo los ojos, lo se porque por primera vez en toda la noche tu brillo se ha atenuado. Ahora camina hacia la nevera, se pone un vaso de leche y se gira hacia la ventana. Es preciosa, sobre todo cuando te mira y sonríe con la boca marcada por la firma que le ha dejado su vaso de leche.
Se queda hipnotizada mirándote, mientras le pega pequeños sorbos a la leche. Se sienta en la cama y sigue mirando preguntándose qué misterios se esconderán tras la cara oculta de la luna. Esperemos que nunca descubra, que lo único que escondes vieja amiga sea a un pobre observador que sueña con poder dejar de esconderse entre tus brazos para poder caer en los suyos.
Gracias por leer
"Amarilla", de Marta Sanz
Hace 1 día
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