Cerré la puerta auto convenciéndome que jamás volvería aquí. Creí que mi vida había dado un giro tan importante que no volvería a hacerme falta perderme entre los cuatro márgenes de los papeles que forman las paredes de cada habitación de este lugar.
Le di la espalda a mis palabras creyéndome mejor de lo que un día fui, y desprecié a las ideas que cada noche orbitaban en mi cabeza porque consideraba que me había vuelto inmune a todas aquellas “tonterías” que siempre me habían traído hasta aquí.
En realidad, nada ha cambiado. Mi futuro sigue siendo el mismo que era ayer y el mañana me seguirá esperando donde hoy lo dejé. Yo sigo siendo, en esencia, lo que siempre fui y nunca pude esconder entre mis escritos. El corazón recompuesto con acentos y exclamaciones que acentúan los sentimientos mas banales hasta convertirlos en dramas de un capítulo.
He vuelto allí donde mis angustias se comparten con la gente que se asoma a la ventana de este rincón en el que nunca deje de estar. Solo huí, porque empecé a creer que de tanta bofetada me había vuelto inmune a las manos que no me acarician. Creí ensordecer ante las palabras lanzadas por labios que nunca me quisieran besar. Y empecé a olvidar que unos pechos son la mejor almohada donde dormir y confundirlos con pezones que solo sirven para pellizcar mientras se folla.
Después de días mirando por la ventana y ver todas esas entradas que construí con mi propia vida, decidí entrar y volverme a sentar en aquel techo aguardillado donde tanto he aguardado a la Luna cuando la noche encapotaba mi llanto.
Levante el felpudo en el que tantas mujeres han sacudido sus penas, recogí la llave escondida a plena vista y abrí de nuevo Mi Humilde Refugio. Y Aquí estoy, como siempre he estado recordando una historia que acabo antes de empezar y que solo servirá para rellenar otro folio todo el cariño que quise volver a dar a quien no lo quiso recibir.
Pero así soy, creyendo ver estrellas que me iluminan donde solo hay una farola lejana; mares donde nadar desnudo donde solo hay charcos de lluvia sucia; camas donde dormir abrazado a la luna donde solo hay restos de una manta que nunca dio calor; besos en sonrisas que solo buscan ser escuchadas y sonrisas en muecas que no quieren decir nada.
Así que, si, estoy de vuelta. Sentado desnudo en la terraza con el sabor fresco de una alhambra deslizándose por mi garganta y mirando a la luna. Pensando que es mas corto el camino que habría que recorrer para llegar a una estrella que el que hay que andar para llegar a los labios que me encantaría estar besando.
Gracias por leer
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario