Un Refugio en las Palabras: Sueño de una tarde de verano

martes, 16 de junio de 2009

Sueño de una tarde de verano

Recoge tu equipaje de mano y sígueme sin decir nada. Olvídate de ropa que no vamos a usar y de problemas que no dejaremos entrar, pues donde te llevo solo cabemos tu, yo, nosotros y solo los recuerdos buenos que quieras traer, aunque no cargues mucho tu memoria que todos los nuevos recuerdos que quieran volver merecerán un hueco lejos del olvido.

Te he construido una casita en mis costillas donde agarrarnos y dormir a la luz de unos ojos que brillan al mirarse y resguardándonos del frio con abrazos que abriguen nuestra historia sin miedo al frio que traen los finales tristes.

No hay sendero ni brújula que marque nuestro destino, y ni yo sé donde la levanté, pero si los besos no nos guían será porque no merece la pena llegar y volveremos por donde hemos venido, y todo volverá a lo que fue, pero si la encuentras, Pequeña, las caricias encenderán la lumbre que nos caliente y nos alumbre cuando acurrucados como ardillas hibernando vayamos tachando abriles y deshojando primaveras sin darnos cuenta que desconocemos incluso nuestros nombres.
Y para que tallar con la punta de una llave un nombre para olvidar?, si las baldosas de nuestro jardín sabrán lo que susurramos y solo la luna será testigo y alcahueta de la historia de verano que surgió de aquel sueño y al llegar el invierno treparemos a lo alto del tejado para reírnos de cómo la nieve tiñe las horas de blanco mientras nosotros andando desnudos marcamos los pasos como si fueran segundos que pasan a nuestro antojo porque aquello es nuestro rincón y nadie tiene la fuerza de echarnos de allí salvo la insufrible rutina.

Sin bombillas que me alumbren, encenderé un pitillo tras otro para iluminar con cada calada tu cuerpo dormido, cortando las venas del sol al mayor indicio de querer aparecer para hacerse de día. Para que seas tu al entornarme los ojos y dedicarme una sonrisa, la que con un beso tímido al aire y enredando tus manos en mi pelo, de la bienvenida a la madrugada.

Y así, diluyendo las horas en el sudor de nuestros cuerpos, ruborizando al mismisimo viento que no encuentra un hueco por el que pasar entre nosotros, construiremos nuestros propios recuerdos. Hasta darnos cuenta de que los besos se repiten y que la rutina encontró el camino. Cuando la nieve nos hiele los pies, cuando echemos de menos la ropa que no trajimos,… volveremos por donde vinimos.

Alli donde te recogi, amparados por la intimidad de un coche aparcado a 10 metros de tu puerta, el beso más suave y tierno de todos los que intercambiamos pondrá punto final a este sueño. Una caricia en la mejilla archivará cada recuerdo en nuestra mente. Y una mirada larga que haga brillar por última vez nuestras pupilas, junto a la sonrisa mas sincera serán los últimos retales de otra historia que se acaba pero que no termina aquí.

La casa se derrumbo cuando la abandonamos, lo sé porque note en el costado el pinchazo de una astilla de la madera en la que dibujamos nuestros nombres. Dolió en el momento pero el dolor pasó y se curó al recordar tus manos. No quedan fotos que hagan más difícil olvidar el amor temporero que cocinamos entre los dos, pero queda una astilla.

Abrí los ojos al sentir la mueca de dolor de mi cara, palpé casi sonámbulo cada milímetro de colchón que sujetaba mi cuerpo inerte, y a la altura de mis costillas encontré un trozo de madera que se me había clavado mientras dormía. Todo fue un sueño, irreal, falso, improbable….pero, que carajo??? Precioso...

……Maldita hija de Roble!!!.....

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