Un Refugio en las Palabras: Deshaciendo Primaveras

martes, 21 de octubre de 2008

Deshaciendo Primaveras


Como una ráfaga de viento que acaricia los tejados pasó. Atrás quedaron los soleados días que amartillaban los ojos cerrados de buena mañana y nos obligaban a abrirlos chirriantes como las destartaladas puertas de una antigua mansión. Se acabaron los días de playa tostándonos al sol observando los cuerpos timidamente cubiertos por fragmentos de tela que nos impedían ver las apreciadas curvas de la desnudez; el seco viento del otoño borró el sudor con el que un estúpido sol nos rociaba cada día y dejó paso a la incertidumbre de seguir con las camisetas de manga corta o echar al coche una chaqueta por si un tímido sol se piensa hoy lo de salir, su estación ya cerró y el solsticio de verano partió en el tren del frió para dejar paso al equinocio de un otoño que no acaba de llegar.

Las aceras y llanuras se inundan del marron y amarillo de las lágrimas secas que derraman tanto arboles jóvenes como robustos, incluso las encinas mas antiguas se rinden al deshojar de sus copas dejando paso a una macabra belleza surgida de la muerte de millones de hojas que cubren bajo nuestros pies cada centímetro de sendero que dibujamos al caminar.

Cada gota de agua lucha por su territorio con pequeñas flores que se posan en sus aposentos exiliadas de sus casas y con estambres tristes que ansían una mota de polen que las llenen de vida; los animales intensifican su pelaje y nosotros añadimos capas de ropa a nuestros confusos cuerpos que a lo largo del día iremos eliminando como si pelaramos una cebolla porque hoy Lorenzo le hecho valor y salió a calentarnos con su chulería, para demostrarle al frío que el no se achanta si no es ante el poderoso invierno; que el otoño es una estación en peligro de extinción y que aunque a la luna le han ganado la batalla y ha cedido la noche al frescor y la niebla, nuestro sol seguirá luchando para que aquellos rayos de luz nos sigan taladrando los párpados aunque sea durante unos minutos.

El viento no quiere caer en el olvido y nos recuerda su poder soplando como un ciclón que levanta tejados y arrastra sombrillas, liberándolas de la esclavitud que les ancla a las terrazas y dándoles alas para viajar sin rumbo y sin destino; les regala viajes y piruetas a todas aquellas hojas tristes por caer tan bajo y se las lleva de excursión a donde ellas quieran llegar, para volver a caer y si tienen suerte servir de abono para un suelo que ya se prepara para un duro invierno.

Y así vamos deshaciendo primaveras, como dijo aquel, y pasando estación tras estación como si fuera la primera porque al final solo recordamos los amores de verano; los amores eternos que duran lo que dura un corto invierno,y aquel cuerpo que nos abrigó sin manta en alguna fría noche de invierno. y la primavera....esa quedó solo en la memória de románticos que aún creen en ella y para paisajes con llamativos colores porque al fin y al cabo el amor en primavera no es más que polvo en el aire.o quizas no......

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